La ansiedad es lo que una persona siente cuando está preocupada, tensa o con miedo. Puede ser leve o grave. La ansiedad se desarrolla en forma de pensamientos, sentimientos y sensaciones físicas.
En Neuraxpharm desarrollamos alternativas farmacológicas para la ansiedad. Una vez que tu médico haya determinado tus necesidades específicas, podrá recetarte el producto que mejor se adapte a tus necesidades y a tu estado.
Conoce qué es la ansiedad, sus síntomas y cómo puede gestionarse y tratarse.
La ansiedad es la respuesta natural del cuerpo a una situación potencialmente peligrosa o desafiante. Es una sensación de malestar, preocupación, miedo o temor a lo que va a suceder. Es totalmente normal sentirse ansioso de vez en cuando, e incluso puede ser beneficioso. La ansiedad puede ayudarnos a prepararnos para situaciones concretas, asegurándonos de prestar atención y permanecer alerta ante cualquier peligro.
Sin embargo, a algunas personas les resulta difícil controlar su ansiedad. Unos niveles elevados de ansiedad mantenidos durante mucho tiempo y que repercuten en las actividades normales del día a día podrían significar que alguien padece un trastorno de ansiedad.
Cada persona siente ansiedad de manera distinta. Sin embargo, los trastornos de ansiedad son diferentes de los sentimientos normales de nerviosismo y estrés, e implican una ansiedad o miedo excesivos.
La gente suele decir que los trastornos de ansiedad son una característica de la vida moderna, pero no hay pruebas de que las tasas de prevalencia hayan cambiado con los años.
Los trastornos de ansiedad que se diagnostican con más frecuencia son el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico, las fobias, el trastorno de ansiedad social (fobia social) y el trastorno de ansiedad por separación.
Algunas personas con trastornos de ansiedad se ven afectadas por más de un trastorno psiquiátrico o de ansiedad a la vez, (conocido como ‘comorbilidad’). Por ejemplo, el trastorno de ansiedad generalizada y el TEPT podrían asociarse a otras enfermedades psiquiátricas, como la depresión o el trastorno depresivo mayor (TDM), el trastorno bipolar (TB) y el trastorno por consumo de sustancias (TCS).
Las estadísticas muestran que los trastornos de ansiedad son frecuentes en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud calcula que alrededor de 284 millones de personas (el 3,6 % de la población mundial) han sufrido un trastorno de ansiedad. Alrededor del 63 % (179 millones) son mujeres, frente a 105 millones de hombres.
Según el Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME), más de una de cada seis personas (casi 84 millones de personas) en toda la UE tuvo un problema de salud mental en 2016. En los países de la UE, el trastorno mental más común es el de ansiedad, ya que se calcula que 25 millones de personas (lo que equivale al 5,4 % de la población) padecen trastornos de ansiedad.
Cada persona siente ansiedad de manera distinta. Los efectos físicos y mentales pueden variar de una persona a otra.
El cuerpo reacciona a la ansiedad de una manera particular, liberando hormonas del estrés como la adrenalina y el cortisol. Estas hormonas ponen a la persona que tiene ansiedad en un estado de alerta máxima en el que busca posibles amenazas y activa sus respuestas de lucha o huida. Como resultado, algunos síntomas comunes de la ansiedad incluyen:
Los niveles de ansiedad tienden a clasificarse según la cantidad de angustia experimentada y los efectos físicos en el cuerpo. Normalmente, se distinguen tres categorías:
Los primeros signos de ansiedad a veces no son muy evidentes y suelen desarrollarse lentamente con el tiempo. Los síntomas varían de una persona a otra. Uno de los primeros signos de ansiedad más comunes es la preocupación excesiva por las situaciones cotidianas. Los síntomas a veces comienzan en la infancia o en la adolescencia y continúan en la edad adulta.
Muchas situaciones o experiencias diferentes pueden provocar ansiedad. A veces puede ser un reto saber qué es lo que está causando la ansiedad, y esto puede dar lugar a más estrés o preocupación.
Los acontecimientos difíciles o traumáticos vividos en el pasado -durante la infancia, la adolescencia o la edad adulta- suelen desencadenar problemas de ansiedad. Algunos ejemplos comunes que pueden dar lugar a problemas de ansiedad son:
Los temas actuales o los problemas de la vida también pueden desencadenar la ansiedad, por ejemplo:
A veces las personas tienen problemas médicos subyacentes que pueden afectar a sus niveles de ansiedad. Entre los ejemplos de afecciones médicas relacionadas con la ansiedad se incluyen:
Ciertos fármacos también pueden desencadenar la ansiedad, como los medicamentos psiquiátricos, algunos medicamentos utilizados para tratar ciertas enfermedades físicas, las drogas recreativas y el alcohol.
Los estudios demuestran que tener un familiar cercano con problemas de ansiedad puede aumentar las posibilidades de que alguien tenga problemas de ansiedad. Es necesario investigar más para entender si los factores genéticos contribuyen a que alguien desarrolle ansiedad, o si algunas personas son más susceptibles de desarrollarla debido a los comportamientos que aprendieron de sus padres y familiares mientras crecían.
Cualquier persona puede tener ansiedad, aunque los trastornos de ansiedad suelen empezar en la adolescencia. Las mujeres tienen el doble de probabilidades de verse afectadas que los hombres.
La ansiedad no es una enfermedad que ponga en peligro la vida. Sin embargo, una investigación publicada en The British Journal of Psychiatry muestra que los trastornos de ansiedad pueden aumentar significativamente el riesgo de muerte (mortalidad). La comorbilidad (cuando se sufren dos trastornos al mismo tiempo) de los trastornos de ansiedad y la depresión desempeña un papel esencial en el aumento del riesgo de mortalidad.
La ansiedad no es fácil de diagnosticar; a veces puede ser difícil para los médicos diagnosticar si alguien tiene un trastorno de ansiedad o una depresión con ansiedad como síntoma.
Para diagnosticar la ansiedad con precisión, el médico debe descartar ciertas enfermedades físicas que puedan estar causando los síntomas. Pueden hacer preguntas sobre:
Puede ser difícil hablar con un médico sobre las emociones, los sentimientos y las cuestiones personales. Aun así, el médico debe entender los síntomas y las circunstancias para hacer un diagnóstico preciso.
Para ayudar al diagnóstico, el médico también puede hacer un examen físico y realizar algunos análisis de sangre para descartar afecciones como la anemia (deficiencia de hierro) o una tiroides hiperactiva.
No existen pruebas de laboratorio para diagnosticar la ansiedad. Si el médico no encuentra ninguna razón médica para determinados síntomas físicos y mentales, puede remitirte a un especialista en salud mental, como un psiquiatra o un psicólogo.
Un especialista en salud mental te hará más preguntas sobre los síntomas, los sentimientos y las emociones, y hará una evaluación clínica utilizando cuestionarios para medir los niveles de ansiedad. Algunos ejemplos de cuestionarios de evaluación de la ansiedad son la escala de calificación de la ansiedad de Hamilton (HAM-A), o el Inventario de Ansiedad de Beck (BAI por sus siglas en inglés), que mide la gravedad de la ansiedad en adultos y adolescentes.
El tratamiento y la medicación para la ansiedad pueden aliviar los síntomas y hacer que sea más fácil vivir con esta enfermedad.
El médico utilizará una serie de medicamentos para ayudar a las personas a controlar sus síntomas de ansiedad. Sin embargo, los fármacos no deben ser la única opción de tratamiento que se ofrezca. En su lugar, el médico suele tener que trabajar con el paciente para encontrar la medicación, la dosis y la terapia más adecuada.
Algunos medicamentos solo se utilizan a corto plazo, mientras que otros pueden recetarse durante periodos más prolongados.
En función de los síntomas de la persona, la medicación puede tratar los síntomas físicos de la ansiedad y los efectos psicológicos.
Algunos de los medicamentos más recetados para tratar la ansiedad son:
Existen varias terapias psicológicas (psicoterapia) útiles para tratar la ansiedad, entre ellas:
Es fundamental que cualquier persona cuya ansiedad esté afectando a su vida diaria reciba asesoramiento médico a tiempo para evitar que su estado empeore.
A las personas con un presunto trastorno de ansiedad se les debe ofrecer una intervención psicológica como tratamiento de primera línea.
Un profesional de la salud mental cualificado que sepa cómo tratar la ansiedad de forma eficaz ayudará a las personas a aprender estrategias de afrontamiento fundamentales para lidiar con su trastorno de ansiedad.
Las personas con ansiedad deben intentar llevar una dieta regular, sana y equilibrada. También es fundamental comer con regularidad y evitar saltarse las comidas, ya que esto puede provocar una bajada de azúcar en la sangre, lo que hace que las personas se sientan nerviosas o al límite y empeora la ansiedad subyacente.
Se cree que el consumo de alimentos ricos en hidratos de carbono complejos, como los cereales integrales -por ejemplo, la avena, la quinoa y el pan y los cereales integrales- aumenta la cantidad de serotonina en el cerebro, que tiene un efecto calmante.
El alcohol y la cafeína deben limitarse o evitarse. Ambos pueden hacer que las personas se sientan al límite o nerviosas y pueden interferir con los patrones de sueño.
El ejercicio puede ser muy beneficioso para las personas con ansiedad. Produce sustancias químicas cerebrales conocidas como endorfinas que actúan como analgésicos naturales y mejoran la capacidad de dormir, lo que reduce la sensación de estrés y ansiedad.
Los científicos han descubierto que el ejercicio regular puede disminuir los niveles de tensión, elevar y estabilizar el estado de ánimo, mejorar el sueño y aumentar la autoestima. Solo cinco minutos de ejercicio aeróbico pueden empezar a producir efectos contra la ansiedad.
Cualquier ejercicio físico puede ayudar a reducir la ansiedad, pero los investigadores afirman que el ejercicio aeróbico que eleva el ritmo cardíaco es el más beneficioso. Algunos ejercicios aeróbicos que pueden ayudar a controlar la ansiedad son:
No hay forma de predecir con exactitud qué hará que alguien desarrolle problemas de ansiedad. Sin embargo, se pueden tomar medidas para reducir el impacto de los síntomas relacionados:
Se sigue investigando sobre la ansiedad, los posibles riesgos de desarrollar trastornos de ansiedad y las opciones de tratamiento eficaces. Se han producido avances significativos en la comprensión de las partes del cerebro implicadas en los sentimientos de miedo y la ansiedad. Por ejemplo, los científicos han descubierto que la región de la amígdala parece estar implicada en el aprendizaje del miedo, el peligro y la seguridad. Las personas con trastornos de ansiedad parecen tener una amígdala más reactiva.
Otro estudio crítico ha analizado cómo un receptor implicado en el sistema de recompensa del cerebro puede ser un objetivo para tratar la anhedonia (falta de placer), un síntoma de varios trastornos de ansiedad. La investigación tiene importantes implicaciones para el desarrollo de medicamentos dirigidos a zonas específicas del cerebro y es de esperar que conduzca a ensayos clínicos más esclarecedores en el futuro.
Uno de los ámbitos en los que se han producido avances significativos es el papel de la genética en diversas enfermedades y afecciones. La investigación actual estudia cómo los genes y el entorno pueden contribuir a la aparición de los trastornos de ansiedad. Por ejemplo, un niño con una predisposición genética a ser tímido y sensible puede convertirse en el objetivo de los acosadores. A su vez, ser acosado (un factor ambiental) podría aumentar sus niveles de ansiedad.
Se siguen investigando las opciones de tratamiento de la ansiedad, ya que la medicación disponible para ayudar a las personas que padecen trastornos de ansiedad no ha cambiado significativamente a lo largo de los años. Los científicos trabajan ahora en el desarrollo de nuevos medicamentos que puedan sustituir a los ansiolíticos actuales, que no son eficaces para todos los pacientes. Se sabe que algunos tienen posibles efectos secundarios y problemas de seguridad (por ejemplo, un riesgo de abuso y dependencia).
Sin embargo, la comunidad científica es optimista y cree que hay más avances en el horizonte. El tratamiento futuro de la ansiedad será muy diferente al actual.
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